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No debe generar paranoias *

[4 de mayo de 2015] La evaluación docente es un tema tan crucial como sensible. Debería tener etapas. En la primera, quitarle toda consecuencia en la carrera docente y en el puntaje. Sería una etapa de sinceramiento pedagógico. Que los docentes compartan y analicen sus clases con los colegas, directivos y supervisores. Esto requeriría crear un modelo sistémico de observación de clases, con protocolos muy cuidadosos. También podría involucrar la mirada de alumnos y padres, para generar un diálogo participativo.
Esta primera etapa podría durar uno o dos años. Sería una etapa donde preparar instrumentos, testearlos, formar a los evaluadores externos, crear una cultura de la evaluación integral en las escuelas, generar consensos y lograr una transición acorde.
La segunda etapa sería la evaluación con consecuencias en la carrera docente. En esta etapa deberían establecerse claros mecanismos para mantener la sinceridad de la evaluación para la mejora y crear instancias donde la evaluación tenga consecuencias en la carrera docente. En especial sería recomendable crear especializaciones con salarios diferenciales basados en la formación permanente y en la evaluación externa experta.
Los docentes podrían aplicar a través de un examen sólidamente establecido a un cargo superior en el escalafón docente pero sin dejar el aula.
Esto generaría mayores incentivos a la mejora sin generar un caos y una paranoia por la evaluación. Por eso la transición debe ser muy cuidadosa y basada en consensos.

*Nota publicada el 04/05/2015 en el Diario Clarín por Axel Rivas.

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